Sombra de personas, parte de la portada del documento de origen.

Crece la tolerancia ante la inmigración extranjera en Euskadi

[icon name=»book» class=»fa-2x fa-pull-left»]Ikuspegiak. Observatorios de Servicios Sociales. Barómetro 2015. Percepciones y actitudes hacia la inmigración extranjera. Leioa, Ikuspegiak-Observatorio Vasco de Inmigración, 120 págs., 2016.

En 2015, el 8,4% de la población de Euskadi era de nacionalidad extranjera, una tasa que se ha duplicado en la última década. Para comprender mejor las consecuencias de este fenómeno en la sociedad y mejorar las futuras políticas de integración, Ikuspegi –el Observatorio Vasco de Inmigración– redacta cada año un informe que analiza las actitudes, creencias, valores y opiniones de la población vasca ante la inmigración extranjera. El Barómetro 2015 recoge información de 1.113 encuestas realizadas a la población autóctona residente en la CAPV –cerca de 400 por cada territorio histórico– sobre este fenómeno migratorio. Como novedad, la última encuesta introduce una nueva pregunta en relación al nivel de tolerancia hacia la apertura de mezquitas, como consecuencia del asentamiento de la población inmigrante.

Según la información recogida por el Observatorio, el 60% de la población cree que las personas extranjeras residentes en Euskadi son bastantes o demasiadas, aunque se trata de una percepción exagerada, ya que el volumen percibido es superior a las cifras recogidas en el padrón. Sin embargo, la presencia de personas extranjeras no se percibe como un problema social o personal, debido a que la situación económica y otros aspectos del Estado de bienestar acaparan la preocupación de las personas encuestadas. En lo que se refiere a los efectos negativos de la inmigración sobre el mercado laboral, el 49% cree que la presencia de población extranjera aumenta el desempleo en Euskadi, aunque el 63% no presenta inquietudes respecto a que la llegada de personas extranjeras pudiera influir de forma negativa en su búsqueda de empleo. Estos datos muestran ciertas ambivalencias en la población vasca ante las consecuencias de este fenómeno migratorio.

Respecto al efecto de la inmigración en el sistema de bienestar, la preocupación se centra en el acceso a las ayudas sociales. En el presente contexto de recortes sociales, crece el número de personas en riesgo o situación de pobreza, por lo que se endurecen las condiciones de acceso a dichas ayudas, como es el caso de la renta de garantía de ingresos (RGI). El 28% de las personas encuestadas opina que solo deberían acceder a la RGI las personas extranjeras que estén en situación administrativa regular, mientras que el 24% cree que todas las personas inmigrantes deberían beneficiarse de esta ayuda, pero después de que la perciban las personas autóctonas que la necesiten. Tal y como se observa en el Gráfico, solo el 7% cree que ninguna persona inmigrante debería acceder a la RGI, un porcentaje que ha disminuido respecto al barómetro anterior (10%). Por tanto, se pone de manifiesto que la mayoría de población vasca considera que las personas extranjeras deberían disfrutar de este derecho, ya que casi el 40% piensa que todas las personas deberían poder acceder a esta ayuda, independientemente del tiempo de empadronamiento.

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Al margen de los aspectos económicos, el 57% se muestra favorable a la diversidad cultural, pero la mitad de la población autóctona cree que sería mejor que se compartieran las mismas costumbres y tradiciones. Asimismo, aumenta la tasa de personas que creen que la población autóctona debería esforzarse por conocer y adaptarse a algunas costumbres y tradiciones de las personas inmigrantes (64%) con el objetivo de conseguir una mayor cohesión social. Sin embargo, también vuelve a incrementar el porcentaje de quienes piensan que las personas inmigrantes deberían abandonar ciertos aspectos de su religión o cultura que entraran en conflicto con nuestra legislación (del 57% al 64%). En definitiva, el 70% de las personas encuestadas opinan que, para lograr una mejor convivencia, es necesario el esfuerzo compartido. En cuanto a los motivos de entrada y expulsión de personas extranjeras, el informe dedica un apartado a la política de inmigración, donde se recoge que el 83% admitiría la llegada de personas extranjeras siempre que cumplieran algunas condiciones legales, entre las que destaca la dimensión laboral, ya que el 56% permitiría la entrada solo a las personas que tuvieran un contrato laboral. En cuanto a los motivos de expulsión, casi la mitad de las personas encuestadas declara, que cometer cualquier delito es razón para que esas personas no permanezcan en Euskadi.

Con los resultados de la encuesta, Ikuspegi elabora desde 2007 un Índice de Tolerancia a la Inmigración para mostrar el nivel de empatía, reactancia y flexibilidad de la sociedad vasca hacia la población inmigrante a partir de la puntuación obtenida en diversos aspectos relacionados con este fenómeno. En general, se observa que la tolerancia aumenta en la medida en la que la sociedad vasca recupera la confianza en su futuro, a raíz de la mejora de la situación económica general y personal. Según las variables sociodemográficas contempladas en el Barómetro 2015, las personas más tolerantes tienen entre 18 y 29 años, poseen estudios superiores y carecen de creencias religiosas. Este análisis tipológico permite una clasificación de la población de la CAPV en tres grandes grupos (tolerantes, ambivalentes y reacios), según la puntuación obtenida en los diez rasgos de la inmigración que forman este índice. Las mayores discrepancias entre el grupo de tolerantes y reacios reside en la percepción de los efectos de la inmigración sobre la economía, la opinión sobre los espacios de relación entre la población autóctona e inmigrante, y la vigencia de estereotipos. En 2015, el 43% de la población vasca se sitúa en el grupo tolerante, mientras que el 15% se muestra reacio ante la inmigración extranjera.

Desde la perspectiva evolutiva, se observa que la sociedad vasca recupera un mayor nivel de tolerancia –con un incremento del 8% desde 2012–, aunque los datos muestran que los estereotipos negativos hacia la inmigración extranjera siguen presentes y que las posturas sobre los modelos de convivencia se acercan hacia comportamientos más intolerantes. El Observatorio Vasco de Inmigración destaca el cambio de paradigma que vive la sociedad vasca y sugiere priorizar los procesos de integración, considerando que la acogida ya se ha regulado. Ante este nuevo reto, adquiere una importancia vital la gestión de la creciente diversidad social, lo cual requiere impulsar procesos de cohesión social liderados por las distintas clases dirigentes (política, económica, social y cultural), con el fin de construir una sociedad sin exclusiones.

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