La segregación ocupacional, es decir, la concentración desproporcionada de mujeres en cierto tipo de ocupaciones es una de las principales causas de la desigualdad de ingresos entre hombres y mujeres, y constituye una de las características más persistentes de los mercados de trabajo de todos los países desarrollados. En el caso de España, los niveles de segregación son superiores a la media y, a diferencia de otros países, han seguido aumentando, según un artículo publicado en la Revista Internacional del Trabajo que analiza este fenómeno. Este análisis destaca que las diferencias de género encontradas en ocupaciones mayoritariamente masculinas no se explican, en su mayor parte, por diferencias en las características de hombres y mujeres, sino por la forma en que el mercado valora dichas características en función del género. Esto es mucho más evidente en cuanto a la concentración de mujeres en ocupaciones “femeninas” que en lo que respecta a su exclusión de las “masculinas”, dado el modo en que las condiciones de trabajo determinan las posibilidades de conciliación entre vida familiar y profesional. Así pues, los autores de este artículo creen que dicha segregación podría reducirse si estas mismas oportunidades para conciliar las responsabilidades familiares con las profesionales se ofrecieran en todas las ocupaciones, en lugar de concentrarse principalmente en las mayoritariamente femeninas.
Esto nos lleva a otro de los retos a los que se enfrenta la sociedad actual: la conciliación de la vida laboral y familiar. El último informe sobre la situación española de hombres y mujeres publicado por el Instituto Nacional de Estadística señala que las mujeres dedican en promedio cerca de dos horas diarias más al conjunto de actividades de hogar y familia que los hombres. Especialmente en el caso de los hogares formados por pareja con hijos, donde la dedicación diaria de la mujer a este tipo de actividades casi duplica la del hombre. Asimismo, la mayoría de las personas ocupadas a tiempo parcial, paradas e inactivas por hacerse cargo del cuidado de personas menores o dependientes son mujeres, que señalan como principal causa de esta decisión el elevado precio de los servicios de cuidado de estas personas. Al margen de estas dos problemáticas relacionadas con el mercado de trabajo, cabe destacar que la brecha de género en la tasa de actividad y la tasa de ocupación ha disminuido, debido en parte a la reducción de estas tasas en hombres. También se reduce la distancia entre el porcentaje de mujeres que trabajan a tiempo parcial respecto al de hombres. Sin embargo, está distancia crece en el caso del desempleo donde, a pesar de registrarse un incremento en la tasa de desempleo en hombres, la proporción de mujeres en paro sigue siendo superior.
Evolución de la brecha de género en indicadores relacionados con el mercado laboral. España 2009-2016
2016 | 2009 | |||||
Mujeres | Hombres | Dif. | Mujeres | Hombres | Dif. | |
Tasa de actividad (%) | 53,6 | 65,1 | -11,5 | 52,0 | 68,6 | -16,6 |
Tasa de ocupación (%) | 54,3 | 64,4 | -10,1 | 52,9 | 65,8 | -12,9 |
Tasa de ocupación a tiempo parcial (%) | 13,1 | 5,0 | 8,1 | 11,8 | 3,2 | 8,6 |
Tasa de paro (%) | 21,4 | 18,1 | 3,3 | 18,1 | 17,6 | 0,5 |
Fuente: creación propia a partir de datos de la Encuesta de Población Activa (INE).
Desde una perspectiva más global, el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE) recalca que la igualdad de oportunidades en el mercado laboral ha aumentado en las últimas décadas como resultado de los cambios legislativos, sociales y culturales realizados hacia el empoderamiento laboral de las mujeres. Aún y todo, los datos recogidos en su último informe sobre los beneficios económicos de la igualdad de género en la Unión Europea advierten de la persistencia de la brecha de género entre hombres y mujeres en algunos aspectos como el salario o la tasa de actividad.
Ante esta situación, se percibe una clara deriva en las políticas sobre igualdad de género durante los últimos años, tal y como se determina en la evaluación llevada a cabo por la misma entidad sobre el grado de cumplimiento de los países miembro de la Unión Europea respecto a los objetivos marcados a nivel internacional. Si bien la mayoría de los países cuentan con organismos públicos específicos para la promoción de la igualdad entre mujeres y hombres, no se llevan a cabo adelantos sustanciales en cuanto a recursos destinados a esta labor ni aumenta la capacidad para alcanzar las metas previstas en la IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres, celebrada en Pekín en 1995, que culminó con una declaración que señalaba las prioridades internacionales en materia de igualdad de género. Como tendencias generales, se observa que la igualdad de género ha perdido prioridad política, que se está diluyendo en estrategias contra la discriminación en general, y que en consecuencia, se está perdiendo el enfoque estructural y transversal (‘gender mainstreaming’) que se le dio en Pekín.