Atención a mujeres en situación de maltrato y/o explotación y exclusión social

Si bien en los últimos años vienen desarrollándose diversas investigaciones sobre el fenómeno de la exclusión residencial, son pocos los análisis e intervenciones que incorporan un enfoque de género. Tal y como constata el estudio La exclusión residencial grave en la CAPV desde una perspectiva de género, si la literatura sobre exclusión residencial es, ya de por sí, relativamente escasa, es aún más reducido el número de investigaciones dedicadas específicamente a examinar la situación de las mujeres sin hogar. Siguiendo a Fernández-Rasines y a Gámez-Ramos, la invisibilidad de las mujeres en los estudios sobre el sinhogarismo se debe a la aplicación de modelos de investigación cuyas dimensiones no incorporan la perspectiva de género, lo que ha dado lugar a una infraestimación del número de mujeres que se encuentran en esta situación.

El análisis de las investigaciones centradas en el sinhogarismo desde una perspectiva de género evidencia algunas características específicas de este fenómeno:

  • La mayoría de las mujeres optan por estrategias alternativas de sinhogarismo encubierto (Edgar y Doherty, 2001). Las mujeres suelen mantener vínculos que les permiten acceder a otras formas de alojamiento distintas a las de los hombres con el fin de evitar espacios percibidos como especialmente hostiles, como son la calle o determinados dispositivos nocturnos de acogimiento. Entre estas otras formas de alojamiento cabe mencionar el mayor recurso de las mujeres a sus redes de apoyo –familiares o sociales–; compartir piso con terceras personas; constituir redes de apoyo mutuo con otras mujeres en la misma situación; recurrir al empleo como trabajadoras domésticas internas o como trabajadoras sexuales.
  • El sinhogarismo en el caso de las mujeres suele entrañar otras formas de pobreza extrema, como la infantil, debido a que en numerosas ocasiones cuando se habla de mujeres sin hogar se está haciendo referencia a madres solteras con hijos dependientes (Mayock y Bretherton, 2016).
  • Las investigaciones llevadas a cabo han observado, entre sus causas, un mayor peso de los factores relacionales. La importancia de las separaciones y conflictos con la pareja, así como las experiencias de abuso, violencia intrafamiliar y violencia de género aparecen como un eje vertebrador en las trayectorias vitales de muchas mujeres sin hogar.
  • Diversos autores (Moss y Singh; Reeve) constatan que, una vez que las mujeres alcanzan las formas de sinhogarismo más extremas, su situación de deterioro físico y mental tiende a ser mayor y suelen acumular un mayor número de problemáticas, tales como abuso de drogas, problemas de salud mental o la vivencia de experiencias traumáticas asociadas, fundamentalmente, a la violencia de género.

Las necesidades específicas de las mujeres en exclusión residencial

El estudio de Edgar y Doherty sobre las mujeres sin hogar en Europa diferencia dos tipos de atención: los servicios dirigidos específicamente a las mujeres y los servicios generalistas. Existe un claro consenso en que los recursos generalistas suelen estar pensados para atender a los hombres y no responden a las necesidades específicas de las mujeres sin hogar. Según estos autores, el alcance de los dispositivos orientados a las mujeres se encuentra limitado por tres factores:

  • La escasez de la oferta.
  • La orientación a perfiles muy concretos de mujeres sin hogar: madres solteras jóvenes y mujeres víctimas de violencia de género.
  • La falta de una atención integral.

Frente a esta realidad, diversos autores destacan la necesidad de abordar el sinhogarismo femenino desde una perspectiva flexible e innovadora que permita dar una respuesta integral a las múltiples problemáticas que concentran las mujeres sin hogar, especialmente, en el caso de las mujeres que se encuentran en una situación de calle (SIIS Centro de Documentación y Estudios).

Tendencias en la atención a mujeres en situación de maltrato y/o explotación y exclusión social

Las mujeres que abandonan sus hogares huyendo de la violencia de sus parejas o exparejas son objeto de una atención preferente y urgente, al estar definidos como grupos de especial vulnerabilidad. El temor a la violencia machista lleva a muchas mujeres sin hogar a rechazar los servicios mixtos, reclamando en algunos casos que la atención sea dispensada exclusiva o principalmente por personal del mismo sexo. La bibliografía consultada identifica tres tipos de dispositivos  dirigidos exclusivamente a mujeres en situación de maltrato:

  • En primer lugar, estarían los llamados refuges o shelters, que englobaría tanto centros residenciales especializados como pisos de acogida agrupados (cluster housing models), concebidos en ambos casos como alojamientos de emergencia. La confidencialidad tanto de su ubicación como de sus usuarias es un aspecto fundamental de estos servicios.
    La evaluación de la implantación de la Recomendación Rec. (2002) 5 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre la protección de la mujer contra la violencia pone de manifiesto que la mayoría de los países europeos reconoce la necesidad de este tipo de dispositivos, si bien su cobertura no siempre es la adecuada. Sin embargo, diversas investigaciones coinciden en señalar que, en estos casos, los procesos de recuperación de estas mujeres pueden ser lentos, además de experimentar estrés y ansiedad al tener que compartir los recursos con otras mujeres. Por otro lado, no siempre hay recursos que permitan dar continuidad a la asistencia una vez superada la estancia máxima prevista en estos servicios; y si los hay, en ocasiones se las traslada demasiadas veces de un recurso a otro.
  • Una segunda categoría de recursos estaría conformada por los denominados sanctuary models o safe at home programs, cuya finalidad es evitar que las mujeres afectadas abandonen su domicilio, implementando medidas que garanticen su seguridad in situ. Al hacerlo, cuestionan ciertas ideas preconcebidas sobre la violencia de género, como que librarse de las agresiones implica dejar el hogar, que permanecer allí no es seguro para la mujer y que el perpetrador nunca abandona la vivienda. Si bien el Ministerio de Comunidades y Gobierno Local británico considera este servicio como un ejemplo de buena práctica en la asistencia a mujeres víctimas de la violencia de género, para otros autores como Tually et al. y Netto et al. el éxito alcanzado por estos programas en algunas evaluaciones debe relativizarse, pues sólo benefician a un reducido grupo de mujeres, aquellas con bajo riesgo de agresiones, y determinar objetivamente dicho riesgo resulta difícil.
  • En los últimos años se está extendiendo en diversos países –incluyendo el Estado español– un enfoque alternativo, denominado modelo housing first. Este tercer tipo de recursos alude a un programa de pisos tutelados que facilita alojamiento independiente (pero con apoyo) desde el inicio mismo de la intervención. Feantsa en su estudio sobre sinhogarismo y violencia de género, señala que las mujeres víctimas de la violencia identifican como una de sus principales necesidades el apoyo en la provisión de una vivienda por parte de los servicios orientados a este grupo poblacional.
    En Canadá y los Estados Unidos se han desarrollado proyectos que responden al modelo housing first específicamente dirigidos a mujeres víctimas de violencia de género, que cuentan con una extensa trayectoria y que han sido evaluados de manera satisfactoria, como por ejemplo, el programa Crossroads Downtown de Edmonton E4C y el programa Home Free de Volunteers of America Oregon.

[icon name=»bookmark» class=»fa-2x fa-pull-left»]Conoce más documentos relacionados con las mujeres sin hogar en la bibliografía temática elaborada por el SIIS Centro de Documentación y Estudios.