Inmigración en Euskadi: tolerancia en tiempos de recuperación económica

[icon name=»book» class=»fa-2x fa-pull-left»]Ikuspegiak-Observatorio Vasco de Inmigración. Barómetro 2018. Percepciones y actitudes hacia la población de origen extranjero. Leioa, Ikuspegiak-Observatorio Vasco de Inmigración, 2018, 160 págs.

El barómetro que publica el Observatorio Vasco de Inmigración-Ikuspegi cada año tiene como objetivo conocer las percepciones y actitudes hacia la población de origen extranjero en Euskadi. A partir de una encuesta a 600 personas realizada en 25 municipios vascos, el estudio explora una decena de cuestiones relacionadas con el imaginario social en torno a la inmigración y la población extranjera, entre las que se encuentran el volumen de población inmigrante percibido, los posibles efectos de los movimientos migratorios sobre la sociedad vasca, el acceso a servicios y ayudas sociales y los diversos modelos de convivencia. Como novedad, en este último informe se han incluido preguntas sobre la percepción de un incremento en la llegada de personas extranjeras, la relación que tienen las personas encuestadas con personas de origen extranjero en distintos entornos (laboral, vecinal, familiar) y el grado de aceptación según su procedencia geográfica.

En general, los resultados del barómetro continúan en la línea de los últimos tres años e incluso muestran datos más positivos que los del año anterior. Esta mejora puede reflejar una visión social de la inmigración más optimista y menos restrictiva como resultado de la recuperación económica. Solo un 7,7% de las personas encuestadas mencionan el fenómeno migratorio como un problema social, siendo el paro (67,5%), los problemas económicos (22,3%) y las pensiones (19,7%) las principales preocupaciones de la población vasca. Por lo que se refiere a la llegada de personas de origen extranjero, las personas encuestadas se muestran conscientes de que la inmigración es algo estructural y la mayoría cree que va a aumentar en Euskadi. En este sentido, se observa que el volumen percibido de población extranjera que actualmente se encuentra en el País Vasco se ajusta en mayor medida al volumen real, dado que en 2018 la diferencia se sitúa en 7,6 puntos porcentuales, una cifra inferior a la registrada en informes anteriores. Los medios de comunicación juegan un papel importante en la creación de esta percepción, ya que suelen presentar una imagen sobredimensionada del fenómeno y además, transmiten la idea de que la mayor parte de las personas que llegan a Euskadi son de origen africano, cuando los datos oficiales señalan que la mayor proceden de Latinoamérica.

Otro de los aspectos que se recoge en el Barómetro es el nivel de tolerancia de la población vasca respecto a las personas de origen extranjero. Se trata de un indicador cuyo valor oscila entre 0 y 100 puntos y que sintetiza en una sola cifra una serie de respuestas ―en torno a los ítems más discriminantes― que muestra la percepción subjetiva de vulnerabilidad de la sociedad vasca antes la población extranjera. En 2018, el Índice de Tolerancia se sitúa en 59,71 puntos, una cifra que aumenta ligeramente respecto a 2017 (58,48 puntos).

Desde una perspectiva evolutiva, los datos sobre el nivel de tolerancia van acordes con la mejora económica registrada durante los últimos años. Esta tendencia se puede ver en la simetría que existe entre el Índice de Tolerancia y el incremento interanual del producto interior bruto (PIB), ya que cuando este incremento es mayor, el nivel de tolerancia también aumenta, lo cual refleja que la sociedad vasca se siente más tolerante hacia la población extranjera en momentos económicamente más favorables.

A pesar del aumento del Índice de Tolerancia, una cuarta parte de la población es reacia a las personas extranjeras. Las personas mayores de 44 años, con estudios primarios e insatisfechas con su situación económica registran una mayor intolerancia hacia la inmigración, así como las personas de ideología de centro y derecha. Este posicionamiento tiene que ver, principalmente, con la inseguridad y con el miedo a perder las conquistas del Estado de bienestar y se expresa a través de prejuicios y rumores que influyen en la estigmatización de ciertos grupos de personas extranjeras, en particular, las de origen pakistaní, rumano o magrebí.

Sin embargo, las respuestas sobre los efectos de la inmigración percibidos en la sociedad perceptora muestran actitudes más positivas, ya que ―aunque existan algunas posturas contrarias― un 62,6% de la población de Euskadi opina que las personas procedentes de otras latitudes enriquecen la vida cultural del territorio, mientras que un 67,5% cree que sería mejor que tanto las personas autóctonas como las extranjeras hablaran los idiomas del país de acogida. Asimismo, tres de cada cuatro personas piensan que el proceso de integración exige un esfuerzo compartido, si bien el mayor peso debería recaer en la población inmigrante. Este modelo de convivencia e integración se denomina asimilacionista por decantación.

En lo que respecta al acceso al sistema de protección y la demanda de servicios, la sociedad vasca sostiene que tanto la asistencia sanitaria como la educación pública son derechos universales y descarta la necesidad de crear un sistema de protección social solo para las personas autóctonas. Por el contrario, la mitad de las personas que han respondido la encuesta opinan que la población de origen extranjero se aprovecha de manera excesiva del sistema de garantía de ingresos, acaparando este tipo de ayudas y dejando de lado la búsqueda de un trabajo remunerado. La sociedad vasca vincula la política migratoria con la situación laboral de las personas inmigrantes, defendiendo que la regularización de las personas extranjeras debe condicionarse a la obtención de un contrato de trabajo. Sin embargo, la mayoría de las y los encuestados (72,2%) creen que no deberían ser expulsadas aquellas personas que hayan venido a trabajar y se encuentren en situación de desempleo, limitando esa medida a quienes comentan de delitos.